La invasión rusa a Ucrania, iniciada hace casi tres años, ha tenido un impacto significativo en los mercados agroalimentarios globales. Este conflicto, junto con la crisis del COVID-19, ha puesto en evidencia la fragilidad de las cadenas de suministro y la necesidad de medidas que garanticen la seguridad alimentaria. Ante este panorama, la creación y gestión de reservas estratégicas, o stocks de seguridad, vuelve a ocupar un lugar central en la agenda de gobiernos e instituciones.
En mayo de 2023, España implementó el Sistema de Información de Existencias para la Garantía Alimentaria (SIEGA), un mecanismo diseñado para monitorear las reservas de granos y semillas oleaginosas. Según los últimos datos de diciembre de 2024, España cuenta con existencias equivalentes a 12,9 millones de toneladas de grano, garantizando cierta estabilidad ante posibles disrupciones.
El debate internacional sobre reservas públicas y privadas
Mientras que en Europa se apuesta por “reservas virtuales”, donde los operadores privados reportan sus existencias al gobierno, países como China e India mantienen modelos tradicionales de reservas públicas que abarcan hasta tres cuartas partes de las existencias mundiales de trigo y arroz. Este enfoque ha sido clave para proteger a sus poblaciones de la volatilidad de los precios y de crisis alimentarias.
En regiones más vulnerables, como África y Asia, los stocks de seguridad no solo son una herramienta de protección, sino también una estrategia para reducir la dependencia de mercados internacionales. Estas reservas, bien gestionadas, representan una salvaguarda esencial frente a eventos extremos, como los relacionados con el cambio climático.
Lecciones aprendidas y retos pendientes
El contexto actual exige un equilibrio entre la gobernanza transparente de las reservas y su impacto en el comercio internacional. Plataformas como AMIS (Agricultural Market Information System) subrayan la importancia de la transparencia en la gestión de estas reservas, especialmente en países como China, donde persisten vacíos de información.
De cara al futuro, los países en desarrollo deben buscar un enfoque colaborativo que incluya la cooperación regional para optimizar el uso de recursos limitados. Al mismo tiempo, es esencial que la comunidad internacional, encabezada por organizaciones como la OMC, aborde el tema de las existencias públicas con una perspectiva renovada.
La historia reciente nos enseña que la preparación es clave para enfrentar crisis futuras. La consolidación de reservas estratégicas, acompañada de una gestión eficiente y transparente, será fundamental para garantizar la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más incierto.