La agricultura regenerativa no es solo una técnica agrícola, es una revolución silenciosa que busca restaurar la salud del suelo, frenar el avance de la desertificación y mitigar el cambio climático. Este enfoque, que va más allá de la agricultura ecológica, propone no solo conservar, sino regenerar los ecosistemas mediante prácticas sostenibles.

¿Qué hace única a la agricultura regenerativa?
A diferencia de la agricultura convencional, que a menudo degrada el suelo, o la ecológica, que busca no dañarlo, la agricultura regenerativa apuesta por devolverle la vida y la fertilidad al suelo. Esto se logra mediante prácticas como la eliminación de labranza, el uso de abonos verdes, la rotación de cultivos y la integración de árboles y ganado en los sistemas agrícolas. Además, fomenta la biodiversidad, aumenta la capacidad del suelo para retener agua y captura carbono, convirtiéndolo en un aliado contra el cambio climático.
Casos de éxito
En España, proyectos como Alvelal, en el sureste peninsular, han transformado terrenos erosionados en paisajes fértiles mediante la plantación de árboles, la recuperación de bancales y la integración de cultivos y pastoreo. Otro ejemplo destacado es el sistema Polyfarming en Girona, que combina agricultura y ganadería regenerativa para revitalizar fincas abandonadas.
Beneficios para el planeta y la sociedad
Los beneficios de la agricultura regenerativa son múltiples:
- Medioambientales: Restauración del suelo, mayor capacidad de retención de agua y mitigación del cambio climático.
- Económicos: Ahorro en insumos como fertilizantes y herbicidas, y aumento de la productividad a largo plazo.
- Sociales: Promoción de la soberanía alimentaria y el fortalecimiento del tejido rural.
El futuro es regenerativo
Adoptar la agricultura regenerativa no es un proceso inmediato, pero los resultados justifican el esfuerzo. Con apoyo técnico, financiero y normativo, esta práctica puede convertirse en una herramienta clave para afrontar los retos medioambientales y garantizar la seguridad alimentaria.
Como sociedad, podemos contribuir eligiendo productos regenerativos y apoyando políticas que promuevan este modelo. Si el suelo es el corazón de nuestro planeta, la agricultura regenerativa es el latido que puede asegurar su futuro.