Castilla-La Mancha vuelve a demostrar por qué es el líder indiscutible en el sector del pistacho en España. Con más de 70.000 hectáreas de cultivo, que representan el 80% de la superficie nacional, la región ha presentado recientemente su Plan Estratégico del Pistacho 2024-2028, una iniciativa que busca dar un salto cualitativo y cuantitativo para consolidar el sector a largo plazo.
El consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Julián Martínez Lizán, no dejó lugar a dudas: “Tenemos que aprovechar todas las oportunidades que nos brinda este cultivo”. Sin embargo, aunque las cifras son prometedoras, actualmente solo entre el 15% y el 20% de la superficie plantada está en plena producción. Esto plantea una cuestión fundamental: ¿logrará este plan impulsar realmente el cultivo o beneficiará principalmente a una industria que podría enfrentar años convulsos debido al bajo volumen de fruto disponible a corto plazo?
El Plan Estratégico se articula en cinco ejes clave: integración y dimensionamiento, mejora de la capacidad de transformación, puesta en valor del producto, investigación e innovación, y la creación de una Interprofesional Agroalimentaria del Pistacho. Sobre el papel, estas acciones buscan aumentar la producción y garantizar que el valor añadido se quede en la región, potenciando la transformación local. No obstante, la preocupación persiste: ¿podrá el plan equilibrar la balanza entre la transformación y el cultivo, o se corre el riesgo de dejar desabastecida una industria que necesita volúmenes significativos de materia prima?
La región se enfrenta al reto de no perder el tren de la competitividad mundial en pistacho. Como señaló Martínez Lizán, Castilla-La Mancha ocupa ya el cuarto puesto mundial en superficie cultivada y debe aspirar a liderar no solo en producción, sino también en innovación y comercialización europea. Pero para ello, el plan debe lograr que el cultivo crezca de manera sólida y sostenible, evitando una expansión descontrolada que podría perjudicar al propio sector.
El pistacho es sin duda una gran oportunidad económica y social. El cultivo tiene el potencial de fijar población y revitalizar el medio rural. Sin embargo, el éxito del plan dependerá de su capacidad para equilibrar el desarrollo industrial con el incentivo real al cultivo. La pregunta sigue en el aire: ¿estamos ante el comienzo de una era dorada para el pistacho castellanomanchego, o nos esperan años de incertidumbre por el desajuste entre producción e industria?
Como concluyó el consejero, el pistacho es un cultivo que genera valor, riqueza y empleo, pero el verdadero desafío será que este crecimiento sea ordenado y sostenible. Solo así Castilla-La Mancha podrá convertirse en una región mundial de referencia para el pistacho.